El Juli modifica el final del lance de la zapopina a modo de
chicuelinas, lo convierte en quite y nace el quite de las lopecinas. Tal y como dice el propio Zapopan: "El Juli elevó esta suerte de remate a su condición de quite".
A Julián López "El Juli" estas cuestiones nunca le han importado. Como tampoco se preocupa en desmentir, por ejemplo, cuando aún se le dice "el torero de Velilla", a pesar de haber vivido en otros lugares muchos más años que en esta localidad madrileña. Lo único que le importa es torear, la grandeza de la tauromaquia. Pero viendo ciertas confusiones sobre este quite, va siendo hora de aclarar
definitivamente la historia de esta brillante suerte del toreo de capa.
El Juli, en su etapa en México como novillero, conoció en
Guadalajara al matador Miguel Ángel Martínez “El Zapopan”, posiblemente uno de
toreros con más inquietudes por la variedad y la luminosidad del toreo de
capote. Entre otras suertes, El Zapopan le mostró una original manera de
desplegar el capote. Ese espectacular abaniqueo lo utilizaba el mexicano como
recorte para rematar un quite: la zapopina. También lo practicaba por arriba, a
modo de faroles: la zapopina afarolada y los faroles tapatíos.
Cuando regresó a España, El Juli, tras el habitual entrenamiento
de toreo de salón, jugaba con el capote y recordando también lo que le había
visto a El Zapopan con los faroles tapatíos. “En un momento pensé que en vez de por arriba, mejor por
abajo”, como dijo en una entrevista en Tendido Cero. ¿Y cómo lo convirtió en
quite? Pues modificando el lance, el final del mismo, como si fuera una
chicuelina, y de este modo poderlo repetir tres o cuatro veces hasta el remate:
las lopecinas.
Esta es la única verdad y la realidad, como comenta el propio
Miguel Ángel Martínez “El Zapopan” en su libro “Alas de Mariposa”, con la
categoría que tienen los buenos toreros:
El Juli, tras ensayarlo en el campo, mostró el quite por primera
vez en público el 9 de septiembre de 1998 en una novillada en Mérida, aunque
tenía previsto estrenarla en su encerrona en Las Ventas pocos días después.
Javier Hurtado, periodista de RNE, la bautizó como la lopecina, ya que
anteriormente se nombró como escobinas otra suerte que Julián había creado en
homenaje al apellido materno: Escobar.
Ahora, en el dominio total de las cordobinas, El Juli ha ido un
paso más allá, y en una vuelta de tuerca más ha creado “las julinas”,
bautizadas así por Carrusel Taurino, el programa taurino de Radio Andalucía, en
plena retransmisión de la corrida de Almería. Estas “julinas” son las
cordobinas finalizadas como chicuelinas, haciendo un bellísimo movimiento de capote alado. Recuerdan a las escobinas y al inicio de las orticinas, pero en
este caso, en la orticina, se gira como en la navarra, y en la julina en
sentido contrario a la embestida del toro.
Es una muestra más de su inaudita creatividad. Esa que impactó
cuando llegó con fuerza al planeta taurino, recuperando suertes en desuso y
creando otras, aunque no las haya bautizado. En su histórica temporada del 98
rescató, entre otras muchas, las caleserinas, las tijerillas, el ojalá o las valentinas. En los últimos
tiempos, rizando el rizo, ha sido el primero en practicar suertes sin nombre,
pues son combinaciones de lances: como la chicuelina con la cordobina o con la
tafallera (no confundir con las altaneras). O la navarra también con cordobinas
y tafalleras. Hasta ha redondeado en círculos el lance lineal de Jesús Córdoba
y bien podría ser considerada una suerte nueva.
Pero aún hay más. Ya que gracias al video salen joyas capoteras de
Julián en aquella temporada mexicana. Sorpresas que dentro de poco se rescatarán
del baúl de los recuerdos.
La maravilla del toreo de capa.
La zapopina:
Las lopecinas:
Los faroles tapatíos:
Las Julinas: